5 de febrero de 2014

2x2 - Press News


Ibai Fernández es uno de esos jóvenes con una formación espectacular que no termina de encontrar su sitio en España. Se licenció en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Málaga en 2009. En el camino a su licenciatura, obtuvo la beca Erasmus, que disfrutó cursando estudios de Comunicación Intercultural en la Haagse Hogeschool de La Haya, Holanda, y la beca ISEP, con la que cursó estudios de Gerencia y Producción en los Medios audiovisuales en la Missouri state University de Springfield, MO, EE.UU.

Además, dispone de una amplia experiencia en trabajos audiovisuales,en los que ha colaborado tocando prácticamente todos los palos. Cabría destacar de su trayectoria “The Couple”, por ser el primer corto y el más genial hasta el estreno de “2×2”; su colaboración como operador de cámara en “El día que decidí matarme”, de Salvador Guerra, a las órdenes de un grandísimo de la fotografía como es Antonio Belón; y su debut en el mundo del largometraje documental gracias a “El Enemigo Común” de Jaime Otero, productor y director de La Soga Films, y a Nacho de Vicente, el director de fotografía de tan magno proyecto que tuvo como enclave de rodaje Túnez y que consistió en un documental sobre la elecciones árabes en el marco de la Primavera Árabe, rodado en octubre de 2011. En cuanto a videoclips, los mejores son los que ha hecho para la hermana de Pete Doherty y su banda – Amy Jo Doherty and the Spangles – y al rapero malagueño Skone.

El próximo día 6 de febrero estrena su apuesta más personal, “2×2”, solo 4 días antes de abandonar España, por la falta de oportunidades, rumbo a Ecuador.

¿Cómo nace “2×2″?

“2×2″ es una idea que surgió en 2010, cuando trabajaba en un festival de supervivencia fílmica de 36 horas en Marbella. Yo ya tenía escrito “2+2″, que produciría y rodaría a finales de ese mismo año en Madrid. Tanto la una como la otra habrían de formar parte de una serie de cortometrajes basados en relaciones emocionales y que incluiría los cuatro signos aritméticos básicos. Por suerte he olvidado ya esa idea. Jaja. Pero creo haberlo hecho con un muy buen pie, que no es otro que este cortometraje que presento el día 6 de febrero de 2014 a las 19 horas en la ESAD.

Háblanos del guión

El guión, desde su nacimiento en 2010 hasta el día del comienzo del rodaje en 2013, sufrió bastantes modificaciones. El esquivo guión del principio que obligaba al público a tener que pensar en qué orden se sucedía la trama fue tornando a un guión mucho más clásico en estructura y desarrollo. Muchas veces pienso en “2×2 más como un largometraje comprimido que como un cortometraje ‘per sé’. Esa estructura atomizada y desordenada que había creado al principio, pues, dio paso a un guión mucho más lineal más concentrado en el desarrollo de la trama dramática y en una búsqueda constante del subtexto, en lugar de recurrir a otros recursos estructurales que, de repente, me di cuenta que aborrecía por artificiosos. Aún así, sin embargo, el espectador descubrirá que en “2×2” queda una reminiscencia clara de aquel guión “desordenado”…

Ese cambio tomó lugar en 2012, cuando junto a otros tres guionistas,comenzamos a perfilar un texto asombroso. No tenía ganas de rodar más excusas. En lo referente a mis propias producciones (Elm St. Productions) sentía que, en el camino hacia la mejora técnica y el hallazgo de un discurso audiovisual que fuera completamente propio, no era sino eso lo que había rodado hasta la fecha: excusas. Salvando quizás mi primer corto, que fue el único respaldado por un guión realmente atractivo, no había hecho sino rodar muchos continentes ciertamente exentos de contenido. Y, a fin de cuentas, a todos nos conmueven las grandes historias, ¿verdad?

Así, Iván Aranda, Víctor Castilla, Clara Valle y yo nos sentamos a darle forma al texto del que más orgulloso puedo sentirme hasta ahora (a expensas de acabar mi nuevo guión, “Un final para su final”, cuya producción amenaza con ser demasiado complicada para poder ser rodado – ¡y desde aquí pido mecenas!, jaja).

Una vez planteado el guión, ¿cuál fue el siguiente paso?

La producción, no obstante, no habría nunca dado comienzo si no hubiera sido por la ayuda de Sara Santos – que, además, se encargó de la dirección de arte. Estuvo a mi lado desde el primer momento en el que planteé la posibilidad de llevar a la pantalla aquel guión. Tampoco podría haberse llevado nunca a cabo si no hubiera sido gracias a sus padres, Javier Santos y Edu Poveda, quienes me cedieron su hogar para crear el de mis personajes. Además, por supuesto, de mis padres, quienes me brindaron su oficina para convertirla en la oficina que veremos en el corto. Es increíble ver cómo convertimos una oficina de una nave industrial en el despacho evocador y clásico que se muestra en el cortometraje con la ayuda del decorador Alberto Ortega. La ESAD de Málaga también me cedió otra localización cuya presencia, por cuestiones de economía narrativa, se ha caído del metraje final.

¿Nos presentas al resto del equipo?

Necesitaba al mejor reparto que pudiera conseguir y creo que, sin duda, conseguí el mejor reparto que hubiera deseado.

A Gloria León la tenía ese año como profesora de interpretación y, además, la había visto en el montaje de “Luces de Bohemia” que protagoniza Eduardo Duro y dirige Carmen Ruiz-Mingorance. Era mi Esther. Excelente para el papel de Gemma me resultó Rocío Cebrero. Ya la conocía de hacía años y sabía de sus buenas dotes interpretativas. Pero me deslumbró en “La Reunión”, dirigida por otro profesor mío, J.A. Salvatierra, a quien, por cierto y además, agradezco desde aquí todo el respaldo que le brindó al guión de este corto y todo el conocimiento que él me brindó a mí. A Arturo lo conocí en “Prometeo: encadenado”, montaje de Asier Etxaniz en el que él como Prometeo y yo como Hefesto compartíamos escena. Definitivamente era Adrián. Fernando, en cambio, fue una recomendación de Gloria y Rocío. Pero, sin duda, era un acierto también tenerlo como Felipe. Los cuatro sintonizaron con sus personajes perfectamente y, en el corto, ofrecen unas actuaciones increíblemente naturalistas que, en la mayor parte de los casos, también sintonizarán con nosotros mismos, los espectadores.

La foto y las luces la puso Salva Blanco y su estudio, El Estudio Blanco. Ha sido mi jefe durante los últimos años y en cuanto supo que marchaba este proyecto urgió a prestarme su colaboración y conocimiento, lo que, por obvio, agradecí enormemente. Y es que la fotografía y la luz juegan un papel fundamental en este corto. Esa sensación de “estar metiéndonos en la vida de los demás” lo consigue una cámara al hombro que se esconde en los rincones para espiar, cual voyeur de clase media, a los personajes en acción. Las luces, además, ayudan a esa atmósfera de intimidad que, por otra parte, no habría sido posible sin el sonido crudo y cercano de de los micros de Juan Carlos Moya, su estudio JCM Producciones y su buena práctica a la mesa de postproducción.

Juan Carlos, además, ha creado una música excepcional para este corto, cuyo tema brilla excepcionalmente gracias a la colaboración de la increíble y sensual voz de Marta Guzmán.

Por lo demás, la edición la hice yo mismo y me echaron una mano en el equipo de dirección Víctor Castilla como ayudante de dirección y Fran Bravo como script. La guinda, en lo visual, la puso un amigo mío de toda la vida, J.J. Franco, con el grafismo, la cartelería y la colorimetría del corto.

¿Te consideras un buen director de cine? ¿Estás satisfecho con tu trabajo?

Supongo que sí. Si no me considerase, creo que no seguiría adelante. Siempre he dicho que no sé si viviré de rodar, pero seguro que sí que moriré haciéndolo. Y es que, cuando algo te gusta de verdad, te dejas la vida en ello, ¿no? Algunos amigos que también se meten en berenjenales de este tipo siempre se refieren a cuando, a mediados de tal o cual rodaje, pensaron: “bendito momento aquel en el que decidí meterme en esto…”. Pues la verdad que yo todavía no he sentido esa sensación. Lo cierto – no sé si está bien que yo lo diga – es que he recibido mayor número de buenas que de malas críticas por parte de los profesionales con los que he trabajado. Para muestra un botón: me hizo mucha ilusión, por ejemplo, cuando Leni Rico le dijo a no sé qué gaceta cinematográfica de Los Ángeles (donde ahora vive y trabaja en la industria cinematográfica) que el trabajo que más había disfrutado en su vida seguía siendo aquel que hizo conmigo en “The Print”, que, además, fue su debut ante la cámara… Un saludo desde aquí a Leni. Pero bueno, supongo que también he de aceptar que debe haber quién no soporte ver mi cara en un rodaje. Jaja.

En cuanto a los rodajes en sí… Me tengo por ser un tipo de director bastante laxo respecto a mis convicciones previas y tiendo a ver el cine como algo verdaderamente comunal. Esto quiere decir que lo que yo llevo en mi carpeta de dirección, siempre colgada de mi brazo en los días de rodaje – hasta cuando duermo, a veces -, está sujeto a cualquier variación en cualquier momento. No entiendo que la posición del director sea la de imponer un criterio creativo. Es más, yo que he trabajado a las órdenes de directores que sí que tratan de imponerlo sé que, al final, trabajar bajo tal mando acaba haciéndose bastante tedioso, cansino y aburrido. Creo que la labor del director de cine, por tanto, es la de unificar los diversos criterios creativos que cada persona que colabora con el rodaje trae consigo. Es sencillo. Tengo por seguro que dejando libertad de praxis a cada uno de mis compañeros de rodaje en cada cual que sea su puesto voy a obtener más de lo que en un principio sólo yo solo he llegado a imaginar. Con “2×2”, además, he hecho algo que, para mí, ha sido un poco experimental.Digamos que traté de rodar de otra forma a la que hasta aquí había estado más acostumbrado. Una que estuviera un poco menos atada de pies y manos en lo que a planificación y actuación se refería. Y creo que gracias al experimento – aunque sabría que, con él, luego me las vería negras en la mesa de montaje – “2×2” goza de una frescura y una vivacidad que no habría conseguido de haber sido más concreto y conciso en la fase de planificación y en la de los ensayos previos.

¿Qué le dirías al espectador para que se anime a verlo?

Que será un verdadero espectáculo de 25 minutos en el que se resumirá el trabajo que casi una veintena de profesionales y amigos hemos llevado a cabo durante los últimos tres años y que, en cualquier caso, promete no defraudar. Tanto es así que, si cobráramos por entrar, devolvería el dinero de la entrada a cualquiera que, a su fin, no creyera que “2×2” es una creación cinematográfica excepcional. Jaja.

Una vez terminado el proyecto y estrenado, ¿cuál es ahora el plan a seguir?

La idea de amortizar un corto – en cuanto a lo económico – es más bien ridícula, vista desde el punto de vista de su comercialización. Lo ideal siempre es moverlo por cuantos festivales mejor y rezarle a las musas para que consiga algún premio y, con él, algo de dinero y, sobre todo, de prestigio para que sirva de lanzadera a los profesionales que en él trabajamos.

Realmente, éste es la parte del proceso más complicada, porque no es a la que le ves rendimiento a corto plazo. Quiero decir, escribir un guión, producir el corto, rodarlo o editarlo es algo que, gota a gota, siempre te da algún resultado, alguna alegría. Sin embargo, la fase de distribución y difusión del corto es una gran incógnita la mayor parte del tiempo. Además, hay muchísima desinformación al respecto así que lo primero que hay que hacer es mucha investigación al respecto para saber en cuántos sitios y acorde a qué circunstancias tu corto puede ir a tal o cual lugar o festival. Tratar de que los medios se hagan cargo de él de alguna manera – que, por cierto, ¡muchas gracias por el apoyo! Pero, por supuesto, para mover el corto hace falta lo mismo que hace falta para poder producirlo y realizarlo: pasta. Así que lo que trataré de hacer es colgar este corto en alguna plataforma de inversión social (crowdfunding, que se dice por ahí, ¿no?) para ver si, con alguna ayuda externa – por ejemplo, a euro el visionado – puedo recaudar lo suficiente para que “2×2” cuaje cuanto más mejor. La meta, se dice, es el cielo. Pero, por lo pronto, bien me gastaba los cuartos aunque fuera sólo para que “2×2” visitara Sundance.

¿Podrías explicarnos un poco más en qué consisten tus planes para Ecuador?

En Ecuador tengo los planes que llevo teniendo siempre, que son ganarme la vida de manera honrada y tener una existencia lo más plena y feliz posible habidas las circunstancias en la que se desarrolle ésta. Son esas circunstancias las que me sacan de mi país, a fin de cuentas. No sólo el hecho de la precariedad laboral sino que, la verdad, me tomo esta marcha como un verdadero exilio político. Así es imposible, como están las cosas. Las distopías más terribles que nos anunciaban nuestros autores de ciencia-ficción favoritos hace ya mucho que tomaron completa posesión de la sociedad española de hoy en día. Y aquí no hay ningún Luke ni ningún Neo. Sólo te hace falta ver quién están en el poder. Quiero decir, es de risa. Y no me refiero a colores, de veras. Me refiero a que no hay quien quiera cuidar del país. Cuando tú quieres lo mejor para los tuyos no hay sacrificio demasiado elevado. Y, si no, mira a José Múgica. No hay, en el poder, quien quiera instaurar a España como ejemplo de solidaridad, progreso y cultura. No. Mejor dejamos que los ricos se hagan muy ricos a costa de pobres que se hacen muy pobres. Un país con tres millones y medio de viviendas vacías, desahucios diarios y familias viviendo de la caridad. Donde leyes abominables son aprobadas cada día en pos del mantenimiento de unas instituciones que no hacen pensar que el estado sea un organismo para nada independiente. Un país con siete modelos educativos en menos de 40 años, a cada cual más ineficiente y retrógrado… En este caso es Ecuador porque allí me salió la oportunidad de colaborar en un documental. Pero hubiera sido cualquier sitio que me la hubiera permitido por tal de hacer efectivo ese exilio que antes mencionaba. Como he dicho antes, siempre he querido vivir rodando cine (y moriré haciéndolo), pero vivo bajo el escepticismo constante de que difícilmente ello se convierta en la forma de mi sustento. Ojo, que no por ello dejaré de intentarlo…

¿Tienes algún nuevo proyecto cinematográfico ya en mente?


Como dije antes, tengo un guión casi al punto del que me siento más orgulloso aún que del guión de “2×2”. Se trata de “Un final para su final”, en el que han vuelto a colaborar conmigo Iván Aranda y Víctor Castilla. Cuenta la última odisea de un hombre y lo hace con cierto toque costumbrista andaluz que, quizá, algún día se convierta en un cierto toque costumbrista ecuatoriano.